sábado, 8 de septiembre de 2012

Que vacía no se está ni tan mal.

Me duele la cabeza de tanto levantarla, cuando no hay fuerzas ni para levantar los pies del suelo.



Claro que me aburro de pensar en monotemas...pero intento desviarme y siempre vuelvo a mi carril.
Podría escribir miles de frases bonitas, pero no tendrían sentido si me hallo vacía.
Así que, por hoy, escribiré como quiera, o pueda, más bien.

Que siendo poco fina:

Estoy hasta la polla de las buenas formas, que llegados a un punto solo hacen por cubrir lo que se piensa realmente, que seguiré diciendo lo que pienso y cagándola cuando abra la boca, pensaré mal cada vez que tenga oportunidad y reiré en silencio después.
Perderé todo y lo echaré de menos más tarde, fardaré de mil cosas porque me sorprenderé a mi misma en el pequeño día a día, pasaré de miles de cosas importantes y mandaré a tomar por culo los prejuicios...

Eso sí, jamás hablaré del dolor hasta que se refleje en mi cara, seguiré mirando con extrañeza porque sigo sin entenderte; enuncio y afirmo, que finjo el bienestar de puta madre y odio que pe pegunten por nada; que la autoconvicción es mi mejor arma y siempre pasé de los problemas por miedo a la verdad.

Que harta es poco, comparando con cuanto hasta las narices estoy de la gente bipolar, cobarde e inmadura. Que yo voy a estar ahí, pero algún día todos estaremos solos, mamá no irá cuando tengas frío, y ya es hora de decir lo que pensamos, quedarnos a gusto, afrontar las situaciones, romper el hielo, acabar con las excusas y lanzar suspiros francos al aire después de frases sinceras; que no quiero andarme por las ramas, que hay veces que esto da asco, y a la gente le encanta, pero cuando de verdad duele..ei..ya me jodería eh...
Compasión.
Sumisión.
Olvido.
Ni las cosas están tan mal, ni creo que pierda el tiempo...pero que sí, joder, que se acaba cansada y raspa cada mirada.
A vivir vacía. Que ni tan mal, ¿no?...


¿No...?
























































                                                                                                                                      Marina Gutierrez.
                                                                                                                                      Ana Teijeiro.
                                                                                                                              

                                                                                                                              Fotografía: Ana Teijeiro.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Ególatra.


A dormir, dijeron.



Y una pregunta poco formulable se tropieza en los labios haciendo desprenderse una risa nerviosa... y para qué vamos a estropear las cosas...si aquí se siente la mitad y se agacha la cabeza ¿no?
Ni tampoco es todo tan negativo o mi autoconvicción es demasiado efectiva...duelen los gritos y el peso del paso del tiempo.
''Era demasiado pronto...''
Un minuto podría haberme dado esa oportunidad..podría habernos dado ese respiro para denegar la espera innecesaria, y nuestro rechazo con ella.
La razón, mente y corazón, son ahora mi santísima trinidad...puestos a soñar, soñemos a lo grande y hagamos como que la realidad es lo de menos, simple pequeñez.
Y prepotencia ''On'', que me hallo por encima de todos, por encima de tí.
Pues no me arrepiento de nada, porque nos pasamos el tiempo pensando en los ''Y si...'' pero la verdad es que las cosas duelen porque tuvieron un final feliz en el otro lado de la realidad, una paralela en la que tu escribes esto y yo no lo leo, porque estoy ocupada siendo yo.
Y seguiré poniendo buena cara aunque el morbo de la situación me pida deshidratarme, pero si me hago promesas, no es solo por la afición de gastar saliva, ni para que desaparezcan en mí, es porque un día me juré amor eterno y seguiré intentando subir aunque me rompa cada vez que salto.
Adiós a los buenos tiempos.


                                                      ''Lleguemos tarde a todos los lugares, pues lo mejor se hace esperar...''
                                                                                                                                     Inés Costa Llarena.