sábado, 29 de junio de 2013

Volvamos a bailar.

    Probemos de nuevo.


Saltar al vacío nunca fue tan gratificante, las experiencias marcan tu forma de caminar y tu alzamiento de cabeza, pues se aprende a base de golpes pero se vive de alegrías. Un querer surca una mirada inquieta, de esas que esperan algo más, que quieren más. Y otros ojos reciben ese anhelo con ganas, pues el vacío brillaba desde hace tiempo y no todo el mundo tiene ese interruptor. Unos encienden la llama, y se alejan mientras ven como se consume la vela. Otros la avivan con cada estruendosa risa. Pero, si todo acaba igual, es que has ido demasiado rápido, que has de tomarte tu tiempo, centrarte en tí, hasta que se enciende otra llama.
Esa llama que se acerca hasta prenderte fuego, darte su calor, ser uno.
Dos llamas luciendo al unísono.

Pues no hay mayor fuerza que la de un ''nosotros'', y te asegura que nuestras sonrisas iluminan el universo. Ahora somos fáciles de encontrar, ahora que tenemos de prejuicios, felicitaciones, pésames, opiniones y comentarios.
Tú, yo, y el ruido del mar.