lunes, 6 de octubre de 2014

13.09.2014

Nos podemos separar.

<<Vivíamos en una nube infantil, hasta que llegó la tormenta. Con torpeza se desató la lluvia y nosotras. gotas cristalinas, nos dejamos caer guiadas por el viento para resbalar sobre los tejados. Noche en la que un cielo inestable se prendía en llamas, en la que rayos y truenos asalvajaban la ciudad. En la que la tormenta amenazaba con arreciar para siempre.>>

Hemos sobrevivido a tantos tópicos, tantas dudas y al tiempo, que la distancia se presenta vacilante como nuevo enemigo. Puede que no sea tan duro, puede que hasta nos venga bien. Sacar cosas en claro, y despejar oscuras dudas.
Pero existe la posibilidad de que la despedida sea triste, los reencuentros extraños y los silencios vacíos. Tengo miedo de que los abrazos sean de consolación, y las palabras bonitas por cumplir promesas. No es falta de confianza, son dudas infantiles, porque acabamos de salir de un bache por el que no quiero volver a caminar, aunque eso signifique saltar al vacío.
Saltar de las nubes con el universo como testigo, con un miedo irracional a perderos en el transcurso del camino a tierra firme. Abrir los ojos y planear acariciando el aire, como si fuéramos libres, como si nos quedara algo de valor, como si no temiéramos ir a ciegas.
Y por fin, ver vuestras caras sonrojadas por la emoción, sonrientes y orgullosas.
Enfrascar un beso en cada mejilla, y dar siete abrazos suspirando de alivio.
Vamos a dejar la tormenta atrás, las nubes negras, rayos y truenos. Sesenta y cuatro brindis.