domingo, 26 de abril de 2015

...y, esto

                                                                                              No regresará.
Efímero, como el humo. Intenso, empapando tu garganta, inundando tu paladar. Obligándote a espirar la húmeda niebla que se escapa de entre tus labios.
Despacio al principio, y más rápido después.
Condensándose en una bomba de aire claro, transformándose en finos hilos que se separan con el impulso de tus pulmones.
Lo intentas retener, inhalar, hacerlo regresar, recuperarlo. Revivirlo.
Pero es tarde. Más rápido, cada segundo más distante, con formas ambiguas, contrapuestas.
Y las líneas se cruzan, se encuentran y se esparcen de nuevo, pero por mucho que tus labios lo añoren, no regresará.

Inhalarás de nuevo, empaparás tus pulmones de otro aire, inundarás tu olfato con otro olor, extrañando el que adormecía tus sentidos, arrullaba tu cabeza.
Échale la culpa al tiempo, a las circunstancias, a los que te dijeron que todo estaba bien.
Échale la culpa a él, a ella, a ellos, a los golpes, las lágrimas...
Pero tú eras la única dueña de la primera ficha.
Tú hiciste el primer movimiento, tú desencadenaste el efecto mariposa.
Tú, decidiste dejarte caer sobre las nubes que hoy se tornan clavos.
Tú decidiste acallar las voces, silenciar los consejos, dejarte llevar.

No puedes culpar a nada que no sea tu cabeza, por hacer caso al corazón.
El que decidió que lo que tu cuerpo sentía eran cosquillas frente a cuanto vibraba tu interior.
El que te obligó a pensar que lo tuyo era el drama, y te desvió de la herencia romántica de la lluvia y el verso y te inculcó que la felicidad eran días soleados con marcas de guerra, con hazañas grabadas en tu cuerpo.
Y decidiste ser de adamantium, dejándote sentir lo que tu cabeza procesaba, evitar las dosis de realidad, las que ahora te desvelan, las que te asfixian.

Consiguiendo nada.
Arrebatándote el poder de decisión, dedicándote a comprar el humo que vendía la esperanza.
Esperanza, nada que ver con hacer regresar el calor; esperanza de deshacer lo andado, de volver al principio, de volver a elegir.
Pero no merecería la pena.
Sabes que revivirías lo pasado, aunque eso significara volver al "0" de un eje de coordenadas lleno de
líneas difusas que, se cruzan, se encuentran y se esparcen de nuevo, pero que por mucho que tus labios lo añoren, no regresará.

Da la bienvenida a la esperanza, la que trepa por tu sistema circulatorio absorbiendo la vida de tus venas, haciendo que tu corazón palpite por dolor, por amor al masoquismo, por revivir, por re-sentir, por re-crear, re-creer, re-querer.



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