domingo, 30 de noviembre de 2014

                                                                                     El grito de mis ojos.
Algún día te contaré como me dejé caer y comencé a vibrar. A vibrar sin percatarme de haber causado un terremoto.
Volviendo a las frases sin sentido, declararé en mi defensa que hay matices que solo entiende la persona que se puede identificar con estas letras, aportando esa conexión, la coherencia de la cual despojé a mis palabras para animar al lector a una libre interpretación.
Unos frases bonitas, y otros, la mancha de unos sentimientos estampados al chocar contra la pared.

Quien dijo “Haz el amor y no la guerra”, sentenció a  la humanidad.
Nos hacen falta luchadores. Nos hace falta más valor y menos frases de cortesía, un motivo por el que luchar, una pelea sincera, y una ráfaga de golpes que nazca en el lado izquierdo de nuestro pecho.

El mundo suplicó hace tiempo por humildad…y tú no supiste fingir…nadie te enseñó a mentir… Unos ojos vacíos que intentan secundar una expresión de honor y respeto, delatados por tus palabras. Caes en tus propias trampas, donde yo he vivido una eternidad, a solas. Donde por mucho que desgarres tu garganta, solo emitirás gritos sordos. Donde cada golpe únicamente sacude el aire, y las ganas de llorar se agolpan entre tus dientes…
Desahogarse se ha vuelto algo arriesgado. El cristal se quiebra con cada impacto y mis manos siguen el ritmo de mis pensamientos. Voy demasiado rápido. Pero ya no puedo parar. No puedo salir de mi cabeza. La luz se resbaló de entre mis dedos y sus ojos se adueñaron de mi último aliento.

Mientras mi orgullo transforme mi interior, mientras alimente mis ganas, anestesie el dolor y asfixie mis emociones…seguiré preguntando al cielo por qué llora. O por qué no llora más a menudo.







1 comentario:

  1. está claro que el cielo llora cada vez que lueve

    que tanta agua sirva para que crezca algo bueno

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